Esto pasó hace tiempo y fue realidad. En un hogar donde había dos hermanas, una de ellas era infértil, y no podía tener hijos. Cuando su hermana se quedó en estado, llegó a aborrecerla tanto que deseó que abortara, pero el embarazo llegó a buen término y ella tuvo a un varón totalmente sano y despierto que colmó la casa de felicidad.
Todos estaban muy felices del bebé y lo tomaban en brazos, lo paseaban y jugaban con él. Algo que a la otra hermana parecía molestarle más y más cada vez que avanzaban los días. Una jornada en la que todavía estaba comenzando a amanecer, ella nublada por los celos y la frustración, quiso agarrar al bebé para esconderlo en un monte cercano y dejarlo abandonado.
Pero en ese momento un chispazo de luz le nubló los ojos, justo cuando sus dedos iban a rozar la cabeza del bebé. Aturdida, quiso volver a intentarlo y le volvió a suceder. Después, comenzó a escuchar su nombre y más desconcentrada, bajó escaleras abajo, tropezando, yéndose a caminar. ¡No volvió en días y se dice que a partir de aquello llegó a ser la mujer más sumisa del mundo!
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