Susana era una mujer que comenzó a pintar mandalas y pequeñas figuras de nubes, porque según ella, "eso le ayudaba a relajarse" mucho. Día tras día, dibujaba las formas de las mismas, las retocaba, diluía el color... hasta que por la mañana, mientras estaba concentrada pintando, le llegó la imagen de un ángel alado, brillante y con una corona dorada en la cabeza.
Absorta en la imagen, se sorprendió, hasta que al día siguiente le volvió a suceder lo mismo (pero esta vez durmiendo) haciendo que ella se extrañara. ¿Qué le querría decir esta delicada y hermosa imagen? A la semana siguiente, volvió a ver la imagen pero el Ángel le dijo que le pintara.
Aunque asustada al principio, dejó llevarse por esa visión, contemplando al final un amuleto de ángel que pudo colgar en su casa y que a partir de ese día, le dio ¡mucha pero que mucha suerte! Llegaron nuevos trabajos, nuevos familiares, perdones que sanaron su relación con la vida... ¡Imagina!
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